lunes, 5 de octubre de 2015

CRISIS: SUFRIMIENTO Y MISERIA. RECETA PARA PUERTO RICO

AUNQUE PUERTO RICO ELIGE SU GOBIERNO QUIEN MANDA
ES WASHINGTON. LA COLONIA TIENE UN SOLO DELEGADO
FEDERAL QUE TIENE VOZ, PERO NO VOTO EN EL CONGRESO


Escribe 
DAVID BROOK (*) 
Fuente 
“La Jornada” de México 
Domingo 4 de    octubre 2015

(*) DAVID BROOKS (Toronto, 1961), periodista y escritor canadiense-estadounidense especializado en política. Escribe en el New York Times y en dPBS. Corresponsal de “La Jornada” de México en EE UU. Responsable de la página editorial del Wall Street Journal, y del Weekly Standard . Autor entre otros  de:”En el Paraíso Drive: ¿Cómo vivimos ahora”   (2004), “Bobos in Paradise: La nueva clase superior y cómo llegaron allí” (2000) y “El Animal Social” (2011), grandes éxitos editoriales.

 La crisis económica generada por la impagable deuda del estado libre
asociado de Puerto Rico tiene consecuencias parecidas a las de otros países que batallan contra el poder financiero internacional, con recetas draconianas de austeridad que cargan los costos sobre las mayorías pobres en beneficio de los intereses más ricos del planeta. A principios del mes pasado, el gobernador de la isla, Alejandro Gracia Padilla, presentó su propuesta para enfrentar la crisis de de

una deuda de 72 mil millones de dólares, la cual calificó a principios de año de impagable.

Cuando Puerto Rico incumplió el servicio de la deuda, la primera vez en la historia de más de un siglo como colonia, superó el mayor default municipal en la historia de Estados Unidos. Pero a diferencia de otras naciones en crisis, ésta tiene dos aspectos particulares: se trata de un país sin soberanía nacional y sus habitantes sí pueden incidir directamente en la política estadunidense, incluso hasta ser un factor determinante en
las elecciones presidenciales. Puerto Rico ha sido posesión estadunidense durante 117 años, y el gran debate sobre si debería de ser país independiente o ser una estrella más en la bandera estadunidense (o sea un estado) no ha sido solucionado, a pesar de heroicas batallas y movimientos, con famosos independentistas que han dado su vida o que han sido prisioneros políticos de Estados Unidos.
Aunque Puerto Rico elige a sus gobernador y otros puestos locales, quienes mandan sobre los asuntos cotidianos de la isla, toda decisión
fundamental –política, fiscal, comercio y asistencia social– tiene que pasar por Washington, donde la colonia está representada con un solo delegado federal que tiene voz, pero no voto en el Congreso Por ello, a diferencia de Grecia, no tiene el poder para definir su destino por decisión de su pueblo. A la vez, sus habitantes sí tienen derechos como ciudadanos estadunidenses, incluyendo el del voto en las elecciones generales. La creciente crisis ha causado la migración de cientos de miles de puertorriqueños a Estados Unidos.
Pero los refugiados de esta crisis tienen algo que otros migrantes no
: voz y voto en las elecciones generales de Estados Unidos. Dado que la gran mayoría se ha establecido en Florida, resulta que están en medio de uno de los dos estados claves en el mapa electoral nacional de este país.Tanto el voto por Puerto Rico como su diáspora es parte de la razón que la pequeña isla capta la atención de políticos nacionales, incluyendo los candidatos presidenciales, entre ellos Hillary Clinton, Bernie Sanders y Marco Rubio.Por todo esto, la pugna
sobre la crisis económica de Puerto Rico tiene implicaciones tanto para la isla como para Washington y Wall Street.
Como siempre en estos casos, la crisis es resultado de la acumulación de deuda (sobre todo bonos) a lo largo de años para solventar crecientes déficits provocados
por condiciones económicas en deterioro, fuga de inversiones y competencia (salarios aun más baratos, incentivos fiscales) a otros países de la cuenca del Caribe, y todo agravado por la recesión de 2006. De hecho, la deuda de la isla se incrementó 64 por ciento desde 2006. Los bonos eran muy atractivos para inversionistas porque son exentos de impuestos de todo tipo. La propuesta del gobernador –el Plan de Crecimiento Económico y Fiscal– se enfoca en medidas para aliviar la deuda y un recorte drástico del gasto público.
 Tiene dos elementos centrales: establecer una junta de control financiero con amplios poderes sobre el presupuesto y una reestructuración de la deuda de casi 72 mil millones, además de promover las llamadas reformas estructurales.
Por una peculiar enmienda a una ley federal hace 30 años Puerto Rico, a diferencia de otras entidades públicas estadunidenses (estados, municipios, empresas públicas) no tiene el recurso de la bancarrota legal (que obliga a todos los acreedores a aceptar una reestructuración de la deuda), muchos argumentan que
el primer paso necesario para el Congreso es otorgar ese recurso legal a la isla.

Sin eso, argumenta su delegado federal, Pedro Pierluisi, junto con varios expertos que incluso han presentado ese argumento en artículos de opinión en el New York Times y otros diarios, no hay solución duradera. Sin embargo, con la siempre complicada y supuestamente elegante lógica de este tipo de argumentos, este tipo de propuestas –y por el momento no hay otras– implican lo que casi todo país latinoamericano conoce bien: austeridad severa para las mayorías, mientras los más ricos y las grandes empresas salen casi gratis de todo esto. Agrupaciones sociales y políticos de oposición han manifestado su grave preocupación de que los costos de la crisis no sean compartidos, y que los trabajadores y los pobres paguen la cuenta. 

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